martes, 14 de diciembre de 2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

Tu " ahora"

Si sobre tus espaldas cargas tu pasado y ademas quieres cargar tu angustia
y tu miedo al porvenir.
no te quedaran fuerzas para afrontar lo mas importante:tu ahora, el momento presente.
El miedo y la angustia te hacen ir tenso por la vida
y con el freno puesto en la posibilidad de ser feliz .
La crisis mas importante no es la que tiene el mundo, la sociedad,
si no la que padezco yo, el individuo.
la vida esta hecha de pequeñas vidas de un dia cada una.
no todos los dias son fantasticos :
pero casi todos tienen algo bueno que no encontramos en los otros.
Y tienes que vivir cada minuto, cada " ahora",
como el momento mas importante de tu vida.
Hagas lo que hagas , estes con quien estes, vive con ilusion,
y asi, viviendo intensamente el ahora, sin casi darte cuenta, estaras
" avanzando hacia el invierno de tu vida a fuerzas de primavera".
Jaime Borras
un instante para ti.

Alicia & La Duquesa.

-Los flamencos y la mostaza, ambos pican; y lo moraleja de esto es....
"Dios los cria y ellos se juntan" - exclamo la duquesa.
- Solo que la mostaza no es un pajaro - observo Alicia extrañada
-Tienes razon. ¡que bien dices siempre las cosas!
-Me parece que es un mineral- dijo Alicia
-pues claro- asistio la duquesa, que parecia estar deacuerdo con Alicia en todo -
; cerca de aqui hay una mina de mostaza; y la moraleja de esto es... : " Mi medro mina el tuyo"
-Ya me acorde- exclamo Alicia- , es un vegetal, aunque no lo parece.
-¡que razon tienes! -repuso la duquesa-, y la moraleja de esto es...:
" Nunca te imagines ser diferente de lo que a los demas pudieras parecer
o hubieras parecido que fueras, si les hubieras parecido que no fueras lo que eres"
-creo que eso lo entenderia si lo viera escrito- dijo Alicia.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

martes, 2 de noviembre de 2010

La melancólica muerte de Chico Ostra

Se le declaró en la costa,
y en la playa fue la boda.

La melancólica muerte de Chico OstraSu larga luna de miel
en la isla de Capri fue

Para la cena el mesero
les puso un solo platillo:
un gran caldo de mariscos.
La novia pidió un deseo.

Y el deseo se realizó.
Dio al fin a luz un bebé.
Pero éste ¿era humano o no?
Bueno, quizá. Tal vez.

Diez dedos en pies y manos,
y demás órganos sanos.
Podía sentir y escuchar.
Pero ¿normal? No, ni hablar.

Este engendro antinatura,
Este cáncer indecente,
Era la imagen viviente
de toda su desventura.

Ella se quejó al doctor:
“No es hilo de mi madeja.
¿De donde sacó ese hedor
a salmuera, pez y almeja?”

“Y ha sido usted afortunada.
Yo la semana pasada,
trate a una niña con pico
y tres orejas. ¿Me explico?
Si es mitad ostra su niño,
búsquese a otro a quien culpar.
-Y añadió con cierto guiño -
¿Se ha puesto a considerar
una casita en el mar?”

No sabían como llamarlo.
A veces le decían Carlo
y a veces -con voz perpleja-
“eso que parece almeja”.

Encogido el corazón,
Ninguno en verdad sabía
si el chico ostra algún día
rompería el caparazón.

Los cuatrillizos Montalvo
cierta vez se lo toparon.
Le espetaron un “¡Bivalvo!”
y enseguida se escaparon.

Una tarde en que llovía,
Carlo se sentó en la calle.
Y miró arremolinarse
el agua en la alcantarilla

Aparcada en la cuneta,
conmovida y afligida,
su madre daba salida
a su congoja secreta.

Ya se habían acostado
una noche, y ella dijo:
“Cariño, huele a pescado
y yo creo que es nuestro hijo.
Y aunque dicen que una dama
debe callarse esas cosas,
me parece que le endosas
tus problemas en la cama.”

El probó cuanta loción
pudo hallar en el mercado.
Tenía el cuerpo colorado
y comezón, comezón.
Y de rascar y rascar
la piel le empezó a sangrar

El doctor, tras una pausa,
dijo: “El remedio a su mal
podría ser su misma causa.
Las ostras, como sabéis,
dan gran potencia sexual.
Supongo que si os coméis
a vuestro niño podréis
saciar el ansia carnal.

Se acerco muy de puntitas,
muy a oscuras y en celada,
porque no notara nada
quien le daba tantas cuitas.
Y en voz muy baja le dijo:
“Carlo queridísimo, hijo:
no quisiera interferir
ni causarte desconsuelo.
Pero ¿has pensado en el cielo,
o te has querido morir?”

Carlo parpadeo al oírlo
pero no le dijo nada.
Su papi apretó el cuchillo
y se aflojó la corbata.

Cuando lo levantó en vilo,
Carlo le mojó el abrigo.
Y en su boca ya la valva,
se escurrió por su garganta.

En la costa lo enterraron,
en la arena, junto al mar.
Una oración murmuraron
y se fueron a cenar.

Una cruz que daba pena
marcaba su sepultura
y unas letras en la arena
prometían vida futura.

Pero al subir la marea
una ola grande y fea
borró sin pena ni gloria
para siempre su memoria.

De regreso en el hogar,
él se le empezó a acercar.

Le besó y le dijo: “Bella,
hagamos otra faena.”
“Pero esta vez –susurró ella-

pidamos que sea una nena.

Los libros son las
abejas que llevan el polen
de una inteligencia a otra.
J.R. Lowell

yo soy yo y tú eres tú

Yo quiero amarte sin confundirme contigo.
Estimarte sin juzgarte.
Estar contigo y no invadirte.
Invitarte sin ordenarte.
Apartarme de ti sin remordimiento.
Criticarte sin culparte.
Ayudarte sin rebajarte.
Si yo puedo obtener lo mismo de ti, entonces
verdaderamente nos encontramos
para enriquecernos el uno al otro.


Anónimo - Un instante para ti

viernes, 15 de octubre de 2010

Nuestros recuerdos son como un album familiar desordenado,
lleno de imagenes y sueños dispersos y sin catalogar,
y su recurrencia es del todo impredecible.
-Don freeman
Enojarse equivale a veces a meterse de un salto en un auto deportivo maravillosamente maniobrable , oprimir hasta el fondo el aclerador , arrancar a gran velocidad y enseguida descubrir que los frenos no funcionan...

martes, 12 de octubre de 2010